miércoles, 21 de mayo de 2008

Fidelina Bedoya Llanos

Tejer para bailar



Oh mariposa,
¿qué sueñas,
cuando agitas tus alas?
Chiyo-ni


Fidelina Bedoya Llanos nació en Culpina, un municipio boliviano
de la provincia de Sud Cinti del departamento de Chuquisaca. La
región de Culpina es un vallecito, ubicado a 3.000 metros sobre el
nivel del mar. Desde hace algunos años, emigró a la Argentina junto
con su familia para trabajar. Vive en Buratovich con su marido y sus
tres hijos, en una casa de ventanas grandes y mucho sol que
construyeron con su trabajo en la cosecha de cebolla. Como muchas
mujeres de su familia, Fidelina teje desde chica.


Tejo un pulóver
salgo afuera
¿de cual de estas dos cosas va a salir un poema?
Roberta Iannamico


Es una costumbre allá donde yo he vivido, antes de salir a bailar o
a las fiestas, la mujer campesina tiene que aprender a tejer,
cositas chiquitas, pero con telar. Después así, tenés que ir tejiendo
así, primero una cosa más chiquita, después más grande... hay
una cosa que se llama aguayo, después vas por una cama... es
como una frazada, un acolchado... eso usamos nosotros... tienes
que hacer dos, tres, por lo menos. Con dos recién podés salir a
bailar. Recién pertenecés bien como la gente, sino hacés esas
cosas sos criticada por la misma comunidad.
Claro, sino sabés tejer sos una chica vaga; sin saber hacer las
cosas ya fuiste a bailar, fuiste a las fiestas, por ahí ya te
conseguiste un novio y todas esas cosas... ya te empiezan a
criticar... Entonces por lo tanto pensá que si o si, tenés que tener
esas cosas... aprender a tejer, aprender a hacer, y entre esas
cocinar, lavar la ropa, atender a tus hermanos.
Mi mamá me enseñó cuando tenía... yo como era tan... quería
aprender tan rápido a bailar, empecé a tejer a los trece años,
catorce.
Eso porque yo ya tenía otras amigas que ya salían a bailar y yo no
todavía; pero esas, mis amigas, claro porque ya habían aprendido
a tejer... Algunas... algunas no. Entonces mi mamá y mi papá
como eran, como respetan tanto la tradición, me decían:
no, vos tenés que aprender a tejer y a hacer las
cosas que tienes que hacer.


Y todo, todo lo que es cocina y el tejido y todo eso, me lo enseñó mi
mamá, y cuestiones, los trabajos de campo, mi papá...
Mi mamá se quedó sin mama a los siete, ocho años. Le enseñó la
hermana mayor. En general le enseñan las madres a las hijas, o las
hermanas mayores, con la persona que se crían... pero es una tradición
que siempre tienen que, antes de ir a una fiesta, eh, aprender a tejer y
hacer estas cosas que hacemos nosotros.
Culpina
Era un pueblito chiquito que ahora lo vi tan extraño, creció.. el pueblo.
El campo sigue lo mismo como era, por ahí tiene un poco más, hubo
mejoramientos, tienen muchos préstamos la gente, y ahí en el pueblo
hay un banco. Un poco se adelantó el campo. El pueblo también
creció. Lo vi distinto.
Era muy distinto, era un pueblo más chico, poca gente, ahora hay más
gente, hay más movimiento, casi todos tienen auto, camionetas,
camiones ... Cuando yo estaba joven, cuando estaba soltera allá la
gente andaba caminando o en bicicleta ahora todos tienen auto, hay
líneas de buses, hay rutas.
Es una zona rural que vive de la agricultura, que produce todo,
produce papa, maíz... todo lo que vos pongas. Menos las cosas que se
dan en lugares calientes, es medio vallecito.


Después vine acá a Burato, me encontré con más gente culpineña que
ya todos tejían, crochaban, las cosas que hacíamos allá empecé a ver
más de cerca, me empezó a gustar... y también empecé a entrar más en
confianza, entonces hacía... lo sigo haciendo.
Acá en Argentina, la costumbre de tejer se perdió casi, pero si vos vas
allá si. Acá los que ya están aquí años ya no hacen ... hay algunas que si
hacen tejido a crochet, cubrecamas le llamamos nosotros, eso si
algunos lo hacen. Pero el tejido de telar, esas cosas, se perdió...
solamente agarran a dos agujas y a crochet.
Y ya se está perdiendo nuestra cultura. Los culpineños no hablan
quechua, pero si hay gente hablando que vienen del norte hay, si. Y no,
yo veo que no, no se habla, se está perdiendo la costumbre, se está
perdiendo el idioma, que no le hablamos y si lo hablás sos criticado
por la gente, por los argentinos y por la misma gente de la colectividad
de nosotros. Y eso es falta de información, ignorancia. Ignorancia.
En Culpina ya no. La mujer allá en Culpina últimamente se está
dedicando a los productos, a hacer el trabajo como acá trabajamos, se
dedican a trabajar, a producir y a vivir del campo. Ya no como antes,
yo me acuerdo mi mamá, mis abuelos, mis tíos todos hacíamos, hacían
cortes, así se llamaba eso.
Hacían una tela de todo, o sea ellos primero empezaban a hilar la lana
de oveja, bien finita, finita y después de eso hacían tejer, hacían una
tela inmensa, grande y eso creo que se vendía por metro...por paño...
con el mismo telar lo hacían. Y bueno la gente vivía de eso, años.


Cuando yo me di cuenta todavía vendían eso. A mi, mi mamá también
me hizo hacer. Lo vendió ella, en realidad el ponchito que yo hice, lo
vendió ella y luego nos compró algo. Todas esas cosas ahora se
perdieron. La mujer de Culpina ya se dedica ahora a la agricultura y...
Tejer para vivir
A mi me gustaría vivir de esto. Es un trabajo que te gusta, que estás en
tu casa. Es un trabajo que te sentís cómoda haciendo lo que sabes
hacer. Y si tendría adónde venderlo uno lo hace encantada, lo hace, lo
podría hacer como nos hacían hacer nuestros papás, nuestras
familias...
Ellos así, cuando llegaba alguna fiesta para vender las cosas, nos
hacían trabajar hasta altas horas de la noche, nosotros teníamos que
hacerlo porque teníamos que ver la plata, para ayudar en la familia,
también estaba joven, la plata la necesitaba para ropa.
Entonces tenía que hilar, hilar, hilar hasta las doce de la noche, once
de la noche y a la mañana igual levantarme tempranito y ponerme a
hilar porque uno, uno cuando vive de eso, te emociona. Por ahí ni
sueño, tenés por hacer.
Una cosa es vivir de eso, por eso te digo, cuando uno vive de eso, ve la
plata del trabajo que estás haciendo, no tenés sueño.


Es un trabajo que disfrutas más, porque como quien dice, también
obliga la necesidad.
Si vos tenés una persona que te lo compra, tal prenda que estás
haciendo, tenés que hacerlo por cumplir, porque sabés que te va a
pagar bien, entonces lo hacés contenta porque sabés que vas a recibir,
digamos. Eso es lo que nos hacía hacer mi mamá a nosotros. Para cada
fiesta que había, ella nos hacia hilar hasta altas horas de la noche y
teníamos que hacer.
Cebolla y tejido
Mis hijos saben, saben porque yo les cuento, el papá también les
cuenta a ellos, que sino estudiaba tenía que ir a trabajar al campo. Y yo
también les cuento.
Y ellos me preguntan:
¿ mami si yo sería mujer vos me enseñarías las cosas
que vos estás haciendo?
Si. Si porque la señora de Marcelino tiene una nena que sabe tejer.
Zulemita sabe tejer, al crochet, sabe tejer. Y yo digo, bah ellos me
preguntan:
¿si yo sería nena, mami, me enseñarías?
De hecho saben, Joni y Cristian saben tejer a crochet. Por ahí hay
veces cuando hace frío, cuando uno por ahí, no puede salir afuera, yo
agarro y les doy.


Por ahí mi marido es más machista, me dice: para qué... los vas a
hacer maricones. No hace falta, le digo porque aquí en la argentina yo
veo que los hombres también hacen cosas de mujeres y enseñan, y
están en público, están en la tele, entonces yo veo.. como los cocineros,
o el maestro que viene a enseñar, que yo he ido a clases... y era
hombre!, sabía como una mujer, entonces yo le explico. Pero me
cuesta hacerle entender, pero cuando están mi hijos conmigo no, ellos
se sientan a hacer conmigo porque dicen que se siente relajados.
Y ellos me preguntaban un día:
mami ¿vos también te sentís tranquila cuando estás
haciendo eso?
Si. Es una cosa que te relaja, cuando tenés problemas, cuando te está
pasando algo. Voy y agarro. Siempre tengo para tejer algo al crochet o
a dos agujas.
Es así, es... terapia. Es terapia el tejido. Para mi es terapia. Mi hijos lo
toman igual, como tranquilizar, mami dicen, te relajás acá con estas
cosas! Porque hay que concentrarse.


Si te interesa comprar algunos de los tejidos de
Fidelina Bedoya Llanos
Podés comunicarte con ella directamente a su teléfono
(0291) 155778699
Esta edición se terminó de imprimir en Mayor Buratovich,
casi primavera del año 2007.

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