De ahí pasa a Laurel y Hardy que por sus ademanes "grotescos", además de robustecer uno de los núcleos centrales de la literatura crítica de los años 30, por su estilo atorrante "realizan el milagro formidable, tan caro a nuestro espíritu porteño, de vivir sin trabajar". Olivari condensa así, con un solo movimiento del brazo, aguafuertes, grotesco y soledad; es decir, con un toque único señala la intertextualidad entre Arlt, Armando Discépolo y Raúl Scalabrini Ortz.
David Viñas, Literatura argentina y política.
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