viernes, 18 de enero de 2008

El guaraní: Experiencia religiosa

Un Guaraní es su palabra.


Desde su misma concepción como persona, el guaraní es una palabra soñada. Cuando un hombre y una mujer se unen sexualmente, son apenas la ocasión para que se dé ese acto poético mediante el cual la palabra soñada por el padre es comunicada a la futura madre, que de este modo queda grávida de esta misma palabra. El hecho de ser engendrado y concebido un ser humano es designado metafóricamente por los Mbyá con la expresión: oñemboapyka, "toma asiento", con la clara alusión al modo como Ñande Ru, "Nuestro Padre", se sienta en su banquillo ritual, iluminandose a sí mismo en medio de las tinieblas.

Si la concepción y el nacimiento de un guaraní se resume, afin de cuentas, en un acto poético de encarnación de la palabra, toda la vida del mismo será la recreación de este acto inicial bajo diversas formas. En efecto, la vida del guaraní, con sus dramáticas instancias críticas -nacimiento, imposición de nombre, iniciación, enfermedad, carisma chamánico, muerte y "post mortem"- está marcada, indeleblemente por palabras singulares.

Cada nombre puede considerarse como cifra poética de la misma persona. De ahí nombres tan simbólicos como: Kuaray-endyjú, "llama aúrea del sol", Karai kuchuvi, "torbellino de Karai", Kuaray atachí, "neblina del sol", Aramirí, "pequeño día", Parapoty, "mar florido". Esto entre los Mbyá. Los Avá Katú y Paï-Tavyterâ siguen rituales análogos y los nombres son igualmente pertinentes: Jeguaká rayvi, "llovizna del adorado ritual", Ava yvyra í poty, "hombre flor del pequeño árbol", Oké poty, "puerta en flor".

La clasificación y valoración del guaraní no se hace por sus cualidades físicas ni por sus bienes materiales, sino por los "cantos" que posee. El modo de su decir es el que da dimensión de su modo de ser.

Cuando alguien en un grupo guaraní-escribe Curt Nimuendajú en 1914-recibe su primer canto ritual, esto constituye un acontecimiento de interés general... Entre los indios de más de 40 años son excepción los que no poseen en absoluto ningún canto ritual.

El modo ordinario como el guaraní consigue su canto, esa palabra poética que lo identifica ante sí mismo y ante los demás, se da en el sueño. No se trata aquí de explicar el proceso sicológico que probablemente prepara la producción de la palabra soñada, no presenta características propiamente oníricas, ni en sus formas sintácticas ni en sus metáforas. Tal vez lo que se puede decir es que el guaraní es un organizador consciente y un transformador poético de su sueño. Él trabaja cuidadosamente su sueño con disciplina y seriedad. Hay un arte del sueño que sustenta el arte de la palabra y del canto.

El carácter eminentemente personal del canto nos lleva a una etnografía de la palabra guaraní siempre abierta y susceptible de recibir nuevas creaciones. Habrá nueva palabra guaraní mientras haya un guaraní que sueñe y que cante.

Hay en la palabra poética guaraní una dimensión de oración: ñembo é. Es un decirse en virtud de una palabra recibida. Y son esas palabras escuchadas las que serán dichas de diversas formas. De ahí surgen los que podemos considerar como géneros de la poética guaraní. Dispuestos en una gradación que va de una expresión más particular a un uso más ritual, se pueden distiguir las plegarias, las invocaciones, los himnos, los cantos festivos de tipo kotyu, los cantos ceremoniales de tipo guahu, los cantos rituales de tipo ñengarete.

La palabra es efectivamente para el Mbyá el objeto y el sujeto de su arte, su contenido y su forma. Lo definitivo y su forma. Lo definitivo de su esencia, de su modo de ser, es la palabra, y toda su vida se estructura para ser fundamento y soporte de palabras verdaderas.

Desde la creación del mundo y del hombre, que es vista como creación de palabra, hasta la muerte de cada persona, que es valorizada como grado mayor o menor de palabra realizada, el Mbyá sólo se entiende a sí mismo en función de la palabra.

Cuando el Mbyá considera que ha llegado a la plenitud y a la perfección, ya no muere, porque tampoco muere su palabra. Es lo que consiguen los verdaderos héroes. como aquel capitán Chikú. "Capitán Chikú obtuvo la perfección plena; de las palmas de la mano y de las plantas de sus pies brotaron llamas; su corazón se iluminó como reflejo de su sabiduría; su cuerpo divino se convirtió en rocío incorruptible, su adorno de plumas se cubrió de rocío: las flores de su coronilla eran llamas de rocío."

Para el Mbyá, y en general para el guaraní, es el estado de gracia. Consiguó buenas palabras hermosas, lo consiguió todo.


Bartomeu Meliá
Revista Tsé=Tsé Otoño 2001.

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